Por Emilio Sánchez Pérez / Cronista municipal de Tecate
En la primera entrega hicimos una somera narración sobre la región llamada Tecate por el pueblo nativo (así lo entendieron los misioneros y soldados) desde la fundación de la Misión de San Diego de Alcalá en 1769, a la que este territorio y los habitantes Kumiai que lo habitaban quedaron adscritos a su jurisdicción, hasta la consolidación de la Colonia agrícola de Tecate en 1892, año en que se realizó su plano con 54 predios. En esta segunda entrega damos una panorama general sobre la ubicación y propietarios de los predios, casas y negocios cercanos al actual primer cuadro de la ciudad.
Propietarios, predios y comercios
Teófilo Noris fue propietario de la parcela número 3 ubicada en la puerta y faldas del Cuchuma y la de mayor superficie de 190 hectáreas, don Teófilo le vendió el derecho a don Ignacio Federico, predio donde está asentado el rancho turístico La Puerta.
Jesús Valencia, propietario de la parcela número 10, en ella está ubicado el estadio Manuel Ceceña, la U.A.B.C, el parque Adolfo López Mateos, Colonia La Viñita y todo el espacio que ocupa el complejo industrial de cervecería, la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, las antiguas cantinas o comercios de la familia Santana, ubicadas entre Portes Gil y calle Miguel Hidalgo, como vecino distinguido de estos exitosos empresarios había una casita de madera habitada por su propietario el Griego Chale Vargues, donde descansaba los fines de semana después de marear por cinco días consecutivos con la preparación de tragos a los clientes que lo visitaban en un bar de San Diego, donde trabajaba. En general lo construido a partir de la calle Portes Gil, hasta la calle Carranza y delimitado al norte, por la avenida Hidalgo y al sur por el cauce de río.

Por el mismo rumbo hacia el oeste se localiza el casco en pie de la construcción como mudo testigo de lo que fue el espacio donde don Alberto Tena Bonilla, almacenaba parte del vino producido en la empresa vitivinícola Bodegas Tanamá.
Entre Ortíz Rubio y carretera a Ensenada ocupaba la esquina el señor Loreto Chávez, con su gasolinera conocida con el mote, gasolinera el “Arbolito” que daba servicio a los carros que iban de paso y los pocos que había en la comunidad, la única calle principal para cruzar el pueblo, añejo camino de lejanos recuerdos donde dejaron su huella las diligencias que unieron los pueblos del este con los del oeste, luego la nomenclatura le puso sello lo etiquetó como avenida “A” posteriormente avenida libertad y actualmente avenida Miguel Hidalgo. La gasolinera del árbolito contaba con aquellas clásicas bombas graduadas numéricamente de arriba hacia abajo iniciando con el numero uno y descendiendo hasta el diez o veinte dependiendo de la capacidad de la bomba, aquí no había pierde según lo que el cliente solicitara de combustible se veía claramente a través del cristal, vidrio o mica, que le estaban surtiendo legalmente el litro por litro y no el tan comentado fraude de pagar usted un precio por litro y le servían 800 mililitros.
Enseguida del predio de don Loreto Chávez había un lugar baldío que en un tiempo fue acondicionado como lugar de eventos conocido como Mi Ranchito, donde según testimonios se presentaron caravanas artísticas, bodas, 15 años, tardeadas y bailes de corte popular. El nuevo giro en el mismo lugar tenía un rostro juvenil fuente de sodas y aguas frescas, antojitos mexicanos, contaba con una enramada y fuera de ella había lugar para comer al aire libre o refrescarse con las bebidas que se expendían, a esta innovación se le llamó “El Golfito” que tenía un buen espacio en miniatura para practicar este deporte, era muy frecuentado por jóvenes de ambos sexos por las tardes principalmente entre semana, sábado y domingo eran días con más libertad en compromisos en los que se aprovechaba para acudir y divertirse en las tardes y mañanas, había una sinfonola o diezera, que no dejaba de tocar los éxitos del momento que las parejas saltaban a la pista de baile a ejecutar sus mejores pasos a ritmo twist, rock and roll o bossa-nova, estos pesados muebles que traían la música por dentro también conocidos con el nombre de rockolas, las trajo de la ciudad de Tijuana don David Velásquez, fue la novedad en aquellos años de los cuarenta y tanta la aceptación de la gente que en cada café o restaurante por más pequeño que este fuera contaba con un aparato de estos para alegrarse el momento escuchando música, que solo era necesario depositarle diez centavos oro para escuchar una canción, o si prefería aprovechar la oferta había que ponerle una peseta la que por ese costo escuchaba tres melodías ahorrándose la nada despreciable cantidad de cinco centavos oro, lo que significaba el 50 % para comprar en la década de los sesenta un delicioso chocolate snickers, milkyway o cualquiera de esta línea.
El Golfito tuvo a su lado la grata compañía de la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe fundada en 1957 y La Estación Misional de Santa María de Tecate, fundada en 1941, hasta que este centro de diversión familiar cerró sus puertas. Vecinos de estos recintos católicos se localiza la familia González Mata, familiares de los pioneros colonizadores Valencia y González, forjadores de este pueblo.

Tomada de: Roberto Estrada/ El viejo Tecate (Facebook)
A partir de la propiedad de la familia González y hasta la calle Plutarco Elías Calles se construyeron una serie de casas que en su estado original tenían al parecer la misma arquitectura o casi iguales, por lo que se llegó a considerar esta zona iconográficamente por su singular arquitectura. En este icónico espacio habitacional lo ocupa por una parte el señor Javier Fimbres Durazo y familia, al igual que el popular charro Gómez, y en la esquina que forman las calles Hidalgo y Elías Calles, vive con su familia José Refugio González Guevara, que tiene como vecino en la siguiente esquina al señor Chacho Valencia, nieto de don Jesús Valencia, en esta misma parcela número diez, está la casa de madera icono de la ciudad donde vivió doña Margarita Sandez, a un lado de este inmueble se encuentra el edificio de la antes Nacional Cafetalera, fundada en el año de 1959, por el señor Pedro Collantes Valdivia, tras cervecería hacia el sur se localiza entre vías el edificio de la estación del ferrocarril, que aparece por primera vez en los anales de la historia el once de septiembre de 1914.

Finalmente esta es una breve parte de la historia que se desarrolló en la parcela número once propiedad de don Jesús Valencia, del que también muy poco se conoce de él, se sabe que nació en el Estado de Sonora, pero dos pueblos están en la disyuntiva de su identidad, según entrevista realizada a uno de sus familiares de avanzada edad, narró que don Jesús nació en el pueblo de Barajitas, el segundo Estación de Llanos, en el rastreo de conseguir más información, logré enterarme que Barajitas no existe como pueblo, en tanto Estación de Llanos, es un pueblo pequeño de aproximadamente 2000 habitantes, que pertenece jurídicamente al municipio de Santa Ana, Sonora por lo que es muy probable que este sea el pueblo donde nació. Se unió en matrimonio con Eulalia Bustamante, entre sus hijos es notoria la participación de don Capracio Valencia, en la defensa de Tecate, en la invasión filibustera en 1911, a grado tal que el coronel Celso Vega lo invitó a colaborar muy de cerca, como hombre de su confianza para la entrega de todo tipo de correspondencia al lugar donde fuera necesario, cargo que no le fue difícil ejercer pues era un reconocido andador, recorriendo caminos, brechas, veredas y atajos.
Pues bien, esto es lo que al momento se pudo rescatar de este predio y de sus gentes para que conozcan al menos un poco de la historia de cómo fue evolucionando el pueblo.
Continua…
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Gracias por darte el tiempo de leer el articulo y «no» comentar. Saludo
Muy bien… Es preciso y enriquecedor conocer la historia de cada lugar que pisamos.Adelante con tan útil proyecto.
Gracias.
Gracias por tu comentario. Saludo