Por Héctor Mejorado de la Torre
Taller de Historia de Tecate, A.C.
Mucho se ha escrito sobre la velocidad con la que vive la sociedad actual, lo efímero de la información, el vivir el presente. Las generaciones pasadas tardaban semanas o meses para recibir respuesta a una carta, en la actualidad nos desesperamos o molestamos porque no recibimos respuesta de manera inmediata o por que los dejan en “Visto”. Ahora más que en otros tiempos la memoria colectiva es a corto plazo, olvidamos rápidamente.
Desde que nuestros ancestros evolucionaron a Homo Sapiens y tuvieron conciencia de su paso por este mundo surgió su interés por dejar plasmadas sus diversas actividades, así se han encontrado pinturas rupestres – siendo las de Borneo las más antiguas, datan de hace más de 40,000 años – que nos muestras las actividades cotidianas de una comunidad, pero también, las religiosas, su concepción del universo, de la creación, la historia de sus pueblos, acontecimientos bélicos, astronómicos, climáticos y algunas otras representaciones de la vida de la comunidad con el objetivo de que no fueran olvidadas por las generaciones futuras porque consideraban que de ello dependía su permanencia.

Toda sociedad actual ha pasado por un proceso de crecimiento a través del tiempo, es así como en ella podemos encontrar vestigios de formas de pensar, concepciones sociales que se manifiestan en tradiciones, costumbres, construcciones heredadas por quienes pasaron antes que nosotros por esta sociedad.
Es importante difundir la historia, no solamente para recordar a los grandes próceres de la comunidad, aquellos acontecimientos importantes para la historia local o aquellos actos atípicos que por su rareza se recuerdan o dejaron huella. La difusión de la historia debe tomar en cuenta las diferentes piezas del rompecabezas y permitirnos tener una mejor comprensión de la situación actual de nuestra sociedad para salvaguardar aquello que como sociedad consideramos relevante, trascendente para la historia local, pero a su vez nos permita tomar mejores decisiones para nuestra comunidad.

Es importante que quienes intentamos difundir el conocimiento histórico implementemos nuevas maneras de hacerlo, no solamente se trata de utilizar la tecnología, sino también de modificar el COMO contamos la historia con el objetivo de llegar a otros públicos. El reto es incorporar los avances tecnológicos en la presentación de proyectos de divulgación de la historia y el patrimonio, que a su vez nos permiten interactuar e involucrar a un espectro más amplio de la población en el desarrollo de los mismos, pero sin excluir a las generaciones de nuestros padres y abuelos.

La difusión de la historia preserva la memoria colectiva, nos da una identidad como comunidad, un sentido de pertenencia y arraigo.