Por Héctor Mejorado de la Torre
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en 1986, publicó el Catálogo Nacional de Monumentos Históricos Inmuebles correspondiente a Baja California. Según nos narran en la introducción de la obra, fue el resultado de un año de trabajo y se dividió en tres etapas: En la primera se recopiló información bibliográfica, gráfica, documental y de archivo; en la segunda se realizó el trabajo de campo, dos grupos recorrieron los municipios del Estado. Cada grupo estuvo conformado por cinco personas: Un catalogador, un fotógrafo y tres técnicos, integrados por personal del INAH, de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) y de su entonces Museo Regional, quien dependía de la Dirección General de Extensión Universitaria. Un equipo fue al municipio de Ensenada (el más extenso del estado), y el otro, a los de Mexicali, Tecate y Tijuana (recordemos que Playas de Rosarito fue delegación hasta 1995) para hacer el trabajo de campo que consistió en obtener los datos mínimos necesarios para conocer los inmuebles históricos que sería el punto de partida para su protección legal; la última etapa consistió en el diseño e impresión del texto final de más de 700 páginas.
¿Qué es un Monumento Histórico Inmueble?
De acuerdo con la Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, son monumentos históricos los bienes vinculados con la historia de la nación, a partir del establecimiento de la cultura hispánica. Ahora bien, monumentos históricos inmuebles son aquellos construidos en los siglos XVI al XIX, destinados a templos y sus anexos; arzobispados, obispados y casas curales; seminarios, conventos o cualesquiera otros dedicados a la administración, divulgación, enseñanza o práctica de un culto religioso; así como a la educación y a la enseñanza, a fines asistenciales o benéficos; al servicio y ornato públicos y al uso de las autoridades civiles y militares. Es importante aclarar que las poblaciones de nuestro Estado son jóvenes comparadas con aquellas del centro del país; además, para el momento de su publicación, Baja California no contaba con una ley para la preservación del patrimonio cultural, ésta fue publicada hasta 1995. Dada esta carencia, el Catálogo publicado por el INAH integró construcciones del siglo XX.
Monumentos Históricos Inmuebles de la Ciudad de Tecate
El Catálogo Nacional de Monumentos Históricos Inmuebles correspondiente a Baja California inventarió diez inmuebles, los enlistamos a continuación: casa Familia Downey (1911), casa de la familia Romero (1907), casa de Lerdo González (1911), Estación del ferrocarril (1914), las ʺcasas igualesʺ (1922), casa de Mariquita Santana (1920), edificio de la Compañía Mexicana de Malta (1929), casa Alberto V. Aldrete (1929),Estación Misional Santa María de Tecate (1941) y Mojonera 244.
En la actualidad hemos perdido cinco de esos monumentos: Las casas de Lerdo González, Mariquita Santana, Alberto V. Aldrete y las ʺcasas igualesʺ. Construidas durante la primera mitad del siglo XX, en primera instancia fueron utilizadas como viviendas de familias y personajes icónicos para la historia local y una más ha sido parcialmente destruida. Algunas de ellas mantuvieron la función para la que fueron edificadas, pero otras con el tiempo fueron utilizadas para diversos giros.
Entendemos que no se trata de preservar por preservar lo viejo, aquello que nos evoque tiempos mejores o épocas de antaño. El objetivo es preservar bienes inmuebles que sean el escenario de acontecimientos memorables para la comunidad y/o que por su diseño, materiales, tipo de construcción nos marque una época o etapa en la historia de la urbanización local y/o que haya sido habitada por un personaje presente en la memoria colectiva de los tecatenses por acciones positivas, sobrestantes y en beneficio de la comunidad; pero además, el bien inmueble debe tener una función sea para uso de particulares o para uso comunitario.
Las que se han preservado
En la actualidad permanecen, unos en mejor estado que otros, cinco de los monumentos del catálogo, siendo la Estación Misional Santa María de Tecate la que se encuentra en proceso para ser reconocida como patrimonio cultural de Baja California. Para ello se presentó un expediente con la historia del inmueble resaltando su importancia no solamente religiosa, sino social en el devenir de nuestra comunidad. Uno más es la Estación del Ferrocarril, mientras que el tren llegó a Tecate en 1914, el edificio del Ferrocarril Tijuana –Tecate se inauguró cuatro o cinco años más tarde, formó parte del Ferrocarril San Diego – Arizona, proyecto que inició su construcción el 7 de septiembre de 1907 para culminar 12 años después. El 16 de noviembre de 2019 se conmemoró el 100 aniversario del final de la construcción de la vía férrea. Este edificio forma parte de un proyecto binacional, único en la frontera norte de México durante la época de la Revolución Mexicana. Además de sus particularidades arquitectónicas que la conectan con una modelo de construcción implementada en Estados Unidos. Otras casas habitación que todavía podemos observar si ponemos atención mientras recorremos las calles y avenidas de Tecate son las casas de la Familia Downey y Familia Romero. La primera importante en la historia durante la revuelta de 1911 y la segunda, construida en 1907, nos permite acercarnos a un modelo de arquitectura de la que en nuestra ciudad ya pocas de ellas podemos encontrar en los callejones. Por último mencionaré la mojonera 244, que en realidad es un ejemplo de todas aquellas mojoneras que fueron construidas para delimitar el territorio de México y Estados Unidos.
Una más ha sido parcialmente derribada, el edificio de la Compañía Mexicana de Malta construido en 1929, solamente mantiene la torre. Este inmueble representa una época embrionaria de la industria de nuestra localidad quien por ferrocarril llevó su producto a cerveceras nacionales y exportó a Estados Unidos convirtiéndose en un importante centro de trabajo para la población durante las décadas de 1920 al 1950.
Las historia perdidas
Lerdo González formó parte del grupo de tecatense que tomó las armas para defender el territorio en 1911, parte de la casa original fue movida de lugar, dos cuartos de pequeñas dimensiones, completamente de madera siguieron funcionando como casa habitación por algún tiempo, posteriormente se convirtió en asadero – taquería hasta que un buen día nos sorprendió la noticia que había sido consumida por las llamas.
La casa de Mariquita Santana, ubicada atrás de la central camionera, de dos pisos de madera también fue demolida para construir una plaza comercial. Con esto no queremos dar a entender que estamos en contra de la modernidad o que deseamos preservar el Tecate del siglo pasado, no. Consideramos que por su céntrica ubicación y el alto valor comercial de los predios resulte buen negocio tanto para el que compra como para quien vende. Entendemos que no se trata de preservar un bien inmueble por la simple razón de tener sesenta u ochenta años de antigüedad, debe de ser una construcción que tenga una función, que sea útil y con algún beneficio por su preservación. También hay que valorar el estado de la estructura y de los materiales utilizados para su construcción.
Casa de dos plantas de Mariquita Santana
ahora Plaza Las Ventas, atrás de Central Camionera
Por ejemplo, se dice que Don Alberto V. Aldrete adquirió su casa en una exposición en Estados Unidos, la transportó y ensambló en el terreno adyacente a su compañía cervecera. Una casa amplia de madera, dos plantas, grandes ventanales y terraza con vista a la avenida Miguel Hidalgo. Años más adelante fue cede del restaurante ʺPueblo Viejoʺ hasta que fue consumido por las llamas en la década de 1980.
Otro ejemplo reciente son las “Casas iguales”, ubicadas también sobre la Ave. Hidalgo, de acuerdo al registro originalmente fueron casas habitación pero a partir de 1922 fueron sede de oficinas de Gobierno, cuando Tecate era Subdelegación las que permanecieron hasta la erección del Estado en 1952, año en que pasó a ser Delegación Municipal, durante la década de los ochentas ocuparon las oficinas de SAHOPE y oficinas de Telégrafos, fueron derribadas para desarrollar un proyecto comercial.
Nuevamente puntualizo, no esperamos que se detengan proyectos de inversión, que seguramente traerán grandes beneficios económicos a Tecate, simplemente deseamos manifestar que lo moderno no debe estar peleado con lo antiguo, debe haber un punto medio donde ambos pueden coexistir. Los invito a recorrer las calles de Tecate, poner atención al paisaje, intentar escuchar las historias que los inmuebles nos quieren contar, recordemos cómo se han modificados los usos de algunos de ellos, hagámoslo antes que sus historias perezcan bajo los escombros.
Tiene razón Dn. Héctor en esta excelente narración en cuanto a que no se puede detener la modernidad a costa de preservar todos los inmuebles y también la tiene en el hecho de que tampoco se debe borrar todo vestigio de la historia de Tecate; hay algunos ejemplos como la Estación del FFCC entre otros que sería imperdonable dejar olvidados a que la erosión propia de los años nos de después tener el pretexto ideal y solo demoler en lugar de restaurar. Ya se perdieron así más del 50% de los inmuebles catalogados (algunos hasta podría considerarse hasta de criminal su desaparición). Claro en muchos casos eran propiedad particular ¿pero los que no? ¿Que ganó la ciudad, por ejemplo, con la demolición irreverente del antiguo edificio de gobierno a cambio de una Plaza Comercial? Si bien es cierto que no reunía los requisitos como inmueble histórico de acuerdo a la LFMH resulta de total irreverencia y presumible irresponsabilidad social haberla trocado por un -por cierto hórrido- Centro Comercial ya nada más falta que en nombre del “progreso” tiremos todo el Centro Histórico y lo llenemos de “Torres Residenciales con parque comercial incluido” , total alguna vez llegaremos al millón de habitantes ¿No?
Agradezco su comentario Sr. Aldolfo. En efecto, no podemos preservar todo, las ciudades son entes vivos que con el paso del tiempo cambian, porque las necesidades, los intereses y el contexto se modifica. Sin embargo, como sociedad debemos encontrar un punto medio donde el pasado y el presente puedan convivir sin confrontaciones, con el objetivo de fortalecer nuestra memoria colectiva.